martes, 19 de julio de 2011

NIÑOS MALTRATADOS.

La ferocidad dirigida a los niños es abominable, y se convierte en un problema de salud mental devastador, está actitud muy enfermiza y reprochable de los agresores es consecuencia de las transformaciones emocionales perturbadas, es decir de una conducta patológica muy colapsada, donde los padres afloran ignorancia, frustraciones y traumas tales como: el de haber recibido golpes o maltrato también, o por tener actitudes revanchistas por parte de la madre o del marido, con una violencia desmedida hacia ellos y los menores, además de ser causada por una disfunción de pareja, y adicionalmente por la dependencia al alcohol o a la fármacodependencia de parte de alguno de ellos, resultando violencia sin motivo aparente hacia los menores o hacia los demás, tipificada como delito penal. Los niños tienen carácter precoz de tipo disfuncional, por ser niños físicamente violentados y emocionalmente también; están en el centro de una tormenta donde hay un tipo de violencia domestica, porque los padres o uno de ellos fueron hijos malogrados o golpeados, y ahora son padres golpeadores, o por haber agresiones o violencia domestica entre ellos, o por el abuso del alcohol o de las drogas o por la ignorancia, la violencia más frecuente hacia los menores se deben a éstos factores. El maltrato infantil, es el uso intencionado de la fuerza física u omisión de cuidado por parte de los padres o tutores que tienen como consecuencia abandono, rechazo, aislamiento, heridas, mutilaciones o incluso la muerte del niño. Además de ser sujetos de maltrato, a veces son víctimas de abuso sexual que es la agresión más devastadora, por qué ésta no es tan solo la violación física, sino porque mata psicológicamente a la victima marcándola con grave trauma: el miedo, la confusión y la desconfianza, etc., están con ella o él toda la vida y que solo a través de una terapia adecuada y muy profesional pueden rehabilitarse poco a poco. Tal vez el tipo más común de malos tratos es el abandono, es decir, el daño físico o emocional a causa de deficiencias en la alimentación, el vestido, el alojamiento, la asistencia médica o la educación por parte de los padres o tutores. Una forma común de abandono entre los niños es la subalimentación, que conlleva un desarrollo deficiente e incluso a veces la muerte. Los estudios han revelado que la mayor parte de los padres que abusan de sus hijos, habían sufrido ellos también la misma situación por parte de sus progenitores. Los niños maltratados son privados de afecto y atenciones, por sus propios padres o parte de alguno de ellos; esta insana disfunción familiar conlleva a veces a que sean cruelmente rechazados, golpeados y castigados frecuentemente; aun cuando tengan una evidente inteligencia muy despierta lo que sucede a menudo, ellos solo conocerán el fracaso y la frustración, la violencia y muy probablemente las adicciones y el arraigo callejero. Para reorientar los hábitos y valores en forma constructiva y correctamente al niño, lo primero que tenemos que hacer proponernos un cambio real de actitudes e información sobre el tema, tenemos que dejar de pensar que los niños con conductas inquietas o hiperactivas problemáticas, necesitan una corrección basada en castigos severos; muchas veces se entabla verdaderas luchas sin cuartel, tenemos que dejar de sentir que el tira para un lado y nosotros para otro. El niño debe ser siempre protegido de toda forma de abandono, crueldad y explotación y no será objeto de ningún tipo de trata. Y siempre debemos velar por su excelente salud, su educación inclusive hasta la universidad y su sano desarrollo físico, mental o moral. Y no olvidemos, los niños aprenden lo que viven.

jueves, 14 de julio de 2011

SISTEMA PENITENCIARIO

Mucho se ha escrito ya sobre la crisis penitenciaria; parece haber consenso al respecto. Sin embargo, es necesario señalar que el problema se agrava cuando hablamos de una crisis sobre otra crisis, la prisión se convierte en algo indispensable de remediar. El derecho penal está enfermo de pena de prisión; el abuso de la privación de la libertad ha llevado a un franco deterioro de todo el sistema penal. La violencia en las prisiones; con la cuota elevada de muertos, es un señal de alarma que nos indica la necesidad de un cambio en el sistema penitenciario. Entendemos que todo el sistema penitenciario está en crisis, con códigos más represivos que preventivos, con personal mal seleccionado e improvisado; y, por desgracia, con serias manchas de corrupción. La justicia es lenta, costosa, desigual e inconsistente. Todo esto se refleja con mayor crueldad en la prisión. Entonces, una forma de sustituir la prisión es convertirla en una institución de tratamiento. La transformación de la prisión en institución de tratamiento tiene por finalidad la desaparición de todo carácter penitenciario. En cuanto la prisión se convierte en institución de tratamiento, no es más prisión. Estamos seguros de que la transformación es posible, y los experimentos realizados incitan al optimismo, y a pensar no en grandes catedrales del miedo o universidades del crimen; sino en pequeñas clínicas criminológicas. La mayoría de la prisión tiene todavía una tónica militar; el uniforme militar; la terminología semimilitar; el uso de oficiales impiden en mucho que la prisión se convierta en una comunidad terapéutica. Se debe cambiar la usual actitud pasiva de “esperar por el tratamiento” hacia una concientización del sujeto para tomar parte activa en él. En cuanto al personal, es necesario un absoluto cambio de mentalidad, y preferimos un personal inexperto, sin experiencia penitenciaria, pero seleccionado y entrenado, al “especialista” hecho en prisión y victima de procesos de prisionalización. El tratamiento en institución no es más que una de las modalidades posibles del tratamiento de los delincuentes. Al final, es necesario dar al detenido la sensación de que no es solamente un número, un culpable rechazado por la sociedad, sino un hombre entre los hombres.