miércoles, 21 de julio de 2010

¿EL ABORTO ES UN HOMICIDIO?

Hay voces a favor del derecho femenino a elegir cuando hay una violación o cuando el feto sufre malformaciones graves que auguran una vida dolorosa y adversa. Generalmente, estos apologistas del derecho a elegir ignoran un punto incómodo de los opositores al aborto.

Los opositores dicen que el aborto es un homicidio o peor aún: un filicidio efectuado por una madre vil que asesina a su propio “hijito indefenso”. Para culpabilizar las mujeres y disuadirlas de abortar, hacen campañas públicas y presentan imágenes grotescas de abortos en estado avanzado de gestación, falseando el momento verdadero de interrupción: muestran un feto abortado a los cinco meses diciendo que tenía cinco semanas. También les muestran vídeos de testimonios de madres arrepentidas que oyen el llanto fantasmal de su “niño abortado”. Llegan incluso a difundir cartas “escritas por el bebecito que no alcanzó a nacer”: pseudoepístolas en las que el feto pregunta a su “madrecita amada” los motivos que tuvo para “asesinarlo” si él la amaba tanto que incluso la perdona por su asesinato vil.

Sin importar si es inmoral traumatizar niñas de escuela para disuadirlas del aborto, los opositores podrían tener razón en un punto crucial. Si los embriones o fetos fueran personas entonces el aborto sería un asesinato agravado. No importaría que la mujer tuviera un embarazo denigrante e intolerable por violación: abortar sería el asesinato de una “personita indefensa” en su vientre que no sería culpable de tener un padre violador. Al escoger entre dos males no habría duda: lo peor es el asesinato.

Igualmente, el que un embrión o un feto tuvieran malformaciones graves no daría derecho a decidir sobre sus vidas pues esta razón permitiría asesinar indigentes y discapacitados “para acabar con sus penas desinteresadamente”. No se puede ir asesinando pobres, parapléjicos, ciegos y personas con limitaciones; igualmente no podríamos asesinar a la supuesta “personita intrauterina” sin su aprobación, sin importar lo “altruista” de nuestras motivaciones por evitarle sufrimientos futuros.

Esa es la cuestión fundamental en el debate: ¿el embrión o el feto en etapas iniciales de gestación es una persona, un “niñito indefenso”? De la respuesta depende el curso legal a seguir en una sociedad democrática y libre. Si el embrión o el feto en etapas tempranas es una personita se debería prohibir totalmente el aborto como un asesinato. En caso contrario, no debería haber impedimento legal en absoluto para prohibir el aborto voluntario en cualquier situación que la mujer decidiera. Esto debe quedar claro: no importa cuán impecables, razonables y contundentes puedan ser algunos ataques a nefandos líderes antiabortistas.

Entonces, es fundamental responder de forma objetiva y racional: ¿El embrión y el feto en sus etapas tempranas son “personas”? Para responder esta pregunta, hay que examinar varias cuestiones: ¿qué es lo especial de la humanidad? ¿qué es una persona? ¿qué es un individuo? ¿qué es un niño? ¿qué es homicidio?.

Aceptada esta verdad elemental, vemos que en el ser humano, tanto espermatozoides como óvulos son células, unidades de vida al igual que las neuronas, los leucocitos, los hepatocitos o los odontoblastos. Cuando un espermatozoide fecunda a un óvulo, se forma una nueva célula, distinta a las dos que le dieron origen, pero sigue siendo una célula. La diferencia fundamental es que esa nueva célula contiene la información genética de los dos potenciales progenitores del individuo que está por producirse, pero que aún no lo es. El hecho de que esa célula-huevo sea el resultado de esa fecundación del gameto femenino por parte del masculino, no le confiere el estatus de individuo biológico, pues no puede sobrevivir de manera independiente a quienes sí son individuos biológicos: la madre y el padre. Solamente los individuos biológicos pueden desarrollarse y sobrevivir de manera independiente a otros de su misma y de otras especies, gracias al proceso de diferenciación y especialización de sus partes. En el caso de los vertebrados superiores, grupo al cual pertenece el ser humano, ni embriones ni fetos pueden considerarse individuos biológicos pues carecen del desarrollo que les permite alcanzar esa independencia en su existir, aunque estén compuestos de células y, por lo tanto, haya vida en ellos, pero no individuación. Por esa sencilla razón, la destrucción de una célula o un conjunto de células cualquiera del ser humano no puede ser considerada un homicidio.

Si la tesis antiabortista fuera correcta tendríamos que extenderla a cualquier modalidad de pérdida celular. Cualquier hemorragia sería un asesinato de células del tejido sanguíneo y tendría que ser sujeto de persecución legal, en algunos casos con la atenuante de la involuntariedad del "homicidio", como en la menstruación, pero no lo sería así en el caso de la pérdida de células del tracto bucal expulsadas en un escupitajo, o en la extracción de una muela, menos aún en la amputación de un miembro. En todos esos ejemplos existe una masiva pérdida de células de uno u otro tipo. Hay pérdida de vida, a veces consciente y voluntaria. ¿Han de considerarse estos casos como asesinatos? ¡Vaya ridiculez!.

En fin, cada una de las "discusiones" que se tienen cuando se intenta despenalizar el aborto es una confrontación de la verdad y el saber contra la mentira y la ignorancia. Inevitablemente se ubica en el segundo bando. Ningún legislador puede hacer la mínima concesión a la ignorancia; esto, en estos momentos, incluye en primerísimo lugar a los legisladores en el mundo, quienes tienen la obligación de perseguir el bien público combatiendo el fanatismo y la ignorancia. La despenalización del aborto debe extenderse. Ya.