¡Que mayor descaro!. Cuánta diferencia entre lo dicho y lo ejecutado, entre lo predicado y lo realizado, entre las palabras y los hechos. Cuando un padre no tiene empleo, no gana suficiente, o es débil económico sin vivienda propia, sin moral y buenos ejemplos a su hijos de otros matrimonios, no concilia el sueño, se desespera el ver a sus hijos desguarnecidos, sin protección, con pocas posibilidades de progreso, todo un infierno. Pero pasada la crisis, es decir, el padre consiguió empleo y/o mejoro su situación económica, es difícil entender que la situación no cambie en el hogar. Y mucho más incomprensible ver al otrora atribulado padre tomar los recursos que antes no existían para darse vida y dejando en la oscuridad a su núcleo familiar, se dedica a atender personas que nada o poco tienen que ver con su real responsabilidad. Esta conducta no tiene más calificativo que llamar a ese hombre padre irresponsable, quedándole grande el término padre. Al padre irresponsable se inhabilita para ejercer la patria potestad. Es de advertir, que tratándose de un niño cuya filiación está legalmente probada (o dudara que realmente es su hijo), no es necesario demostrar las necesidades, sino que éstas deben estimarse de acuerdo a la edad, condiciones, necesidades especiales de salud, gastos inherentes a la educación, derechos correspondiente a la inscripción centros educativos, útiles escolares y uniformes y que no satistiface las necesidades espirituales en lo que respecta a la época de navidad y fin de año. Por otra parte, la obligación alimentaría para con los hijos, niños y adolescentes, se encuentra establecida en los artículos 76 (Segundo Párrafo) de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, 366 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y De Adolescentes y 282 del Código Civil. Es importante, recordarle a los padres irresponsables la obligación alimentaría subsiste, aún cuando exista privación o extinción de la patria potestad, o no se tenga la guarda del hijo, a cuyo efecto se fijará expresamente por el Juez el monto que debe pagarse por tal concepto, en la oportunidad que se dicte la sentencia de privación o extinción de la patria potestad. La obligación de un padre responsable es el deber natural de proveer a su hijo alimentos, asistirlo en educación, medicinas, médico, recreación y responsabilizarse solidariamente con todas aquellas otras necesidades afectivas para el desarrollo normal e integral del niño, todo es y será por el interés superior del menor. No olvide que todo niño necesita que sus padres lo amen, toda vez que, es elemental, mantenerlos alejados de personas agresivas, enfermas, con trastornos mentales o desviaciones.
La seguridad no admite fallas humanas, ni técnicas, toda vez que, ningún detalle es tan pequeño que pueda ser ignorado y ninguna amenaza tan insignificante que pueda ser descartada.
viernes, 19 de agosto de 2011
martes, 19 de julio de 2011
NIÑOS MALTRATADOS.
La ferocidad dirigida a los niños es abominable, y se convierte en un problema de salud mental devastador, está actitud muy enfermiza y reprochable de los agresores es consecuencia de las transformaciones emocionales perturbadas, es decir de una conducta patológica muy colapsada, donde los padres afloran ignorancia, frustraciones y traumas tales como: el de haber recibido golpes o maltrato también, o por tener actitudes revanchistas por parte de la madre o del marido, con una violencia desmedida hacia ellos y los menores, además de ser causada por una disfunción de pareja, y adicionalmente por la dependencia al alcohol o a la fármacodependencia de parte de alguno de ellos, resultando violencia sin motivo aparente hacia los menores o hacia los demás, tipificada como delito penal. Los niños tienen carácter precoz de tipo disfuncional, por ser niños físicamente violentados y emocionalmente también; están en el centro de una tormenta donde hay un tipo de violencia domestica, porque los padres o uno de ellos fueron hijos malogrados o golpeados, y ahora son padres golpeadores, o por haber agresiones o violencia domestica entre ellos, o por el abuso del alcohol o de las drogas o por la ignorancia, la violencia más frecuente hacia los menores se deben a éstos factores. El maltrato infantil, es el uso intencionado de la fuerza física u omisión de cuidado por parte de los padres o tutores que tienen como consecuencia abandono, rechazo, aislamiento, heridas, mutilaciones o incluso la muerte del niño. Además de ser sujetos de maltrato, a veces son víctimas de abuso sexual que es la agresión más devastadora, por qué ésta no es tan solo la violación física, sino porque mata psicológicamente a la victima marcándola con grave trauma: el miedo, la confusión y la desconfianza, etc., están con ella o él toda la vida y que solo a través de una terapia adecuada y muy profesional pueden rehabilitarse poco a poco. Tal vez el tipo más común de malos tratos es el abandono, es decir, el daño físico o emocional a causa de deficiencias en la alimentación, el vestido, el alojamiento, la asistencia médica o la educación por parte de los padres o tutores. Una forma común de abandono entre los niños es la subalimentación, que conlleva un desarrollo deficiente e incluso a veces la muerte. Los estudios han revelado que la mayor parte de los padres que abusan de sus hijos, habían sufrido ellos también la misma situación por parte de sus progenitores. Los niños maltratados son privados de afecto y atenciones, por sus propios padres o parte de alguno de ellos; esta insana disfunción familiar conlleva a veces a que sean cruelmente rechazados, golpeados y castigados frecuentemente; aun cuando tengan una evidente inteligencia muy despierta lo que sucede a menudo, ellos solo conocerán el fracaso y la frustración, la violencia y muy probablemente las adicciones y el arraigo callejero. Para reorientar los hábitos y valores en forma constructiva y correctamente al niño, lo primero que tenemos que hacer proponernos un cambio real de actitudes e información sobre el tema, tenemos que dejar de pensar que los niños con conductas inquietas o hiperactivas problemáticas, necesitan una corrección basada en castigos severos; muchas veces se entabla verdaderas luchas sin cuartel, tenemos que dejar de sentir que el tira para un lado y nosotros para otro. El niño debe ser siempre protegido de toda forma de abandono, crueldad y explotación y no será objeto de ningún tipo de trata. Y siempre debemos velar por su excelente salud, su educación inclusive hasta la universidad y su sano desarrollo físico, mental o moral. Y no olvidemos, los niños aprenden lo que viven.
jueves, 14 de julio de 2011
SISTEMA PENITENCIARIO
Mucho se ha escrito ya sobre la crisis penitenciaria; parece haber consenso al respecto. Sin embargo, es necesario señalar que el problema se agrava cuando hablamos de una crisis sobre otra crisis, la prisión se convierte en algo indispensable de remediar. El derecho penal está enfermo de pena de prisión; el abuso de la privación de la libertad ha llevado a un franco deterioro de todo el sistema penal. La violencia en las prisiones; con la cuota elevada de muertos, es un señal de alarma que nos indica la necesidad de un cambio en el sistema penitenciario. Entendemos que todo el sistema penitenciario está en crisis, con códigos más represivos que preventivos, con personal mal seleccionado e improvisado; y, por desgracia, con serias manchas de corrupción. La justicia es lenta, costosa, desigual e inconsistente. Todo esto se refleja con mayor crueldad en la prisión. Entonces, una forma de sustituir la prisión es convertirla en una institución de tratamiento. La transformación de la prisión en institución de tratamiento tiene por finalidad la desaparición de todo carácter penitenciario. En cuanto la prisión se convierte en institución de tratamiento, no es más prisión. Estamos seguros de que la transformación es posible, y los experimentos realizados incitan al optimismo, y a pensar no en grandes catedrales del miedo o universidades del crimen; sino en pequeñas clínicas criminológicas. La mayoría de la prisión tiene todavía una tónica militar; el uniforme militar; la terminología semimilitar; el uso de oficiales impiden en mucho que la prisión se convierta en una comunidad terapéutica. Se debe cambiar la usual actitud pasiva de “esperar por el tratamiento” hacia una concientización del sujeto para tomar parte activa en él. En cuanto al personal, es necesario un absoluto cambio de mentalidad, y preferimos un personal inexperto, sin experiencia penitenciaria, pero seleccionado y entrenado, al “especialista” hecho en prisión y victima de procesos de prisionalización. El tratamiento en institución no es más que una de las modalidades posibles del tratamiento de los delincuentes. Al final, es necesario dar al detenido la sensación de que no es solamente un número, un culpable rechazado por la sociedad, sino un hombre entre los hombres.
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