lunes, 14 de junio de 2010

APOLOGÍA DEL DELITO

La apología del delito o del crimen es un delito que consiste en el elogio, solidaridad pública o glorificación de un hecho que con fuerza de cosa juzgada ha sido declarado criminal, o de su autor a causa de este hecho. Es considerado como instigación indirecta, por lo tanto basta el dolo y/o intención, careciendo de importancia los móviles de la acción. No constituye delito la apología realizada en privado, ni tampoco la simple aprobación, o la alegría explicita, hacia el delito o su autor. Los tres (3) supuestos de hecho que pueden generar apología del delito, a saber: 1) El de quien excite públicamente al odio de unos habitantes con otro, 2) El de quien excite públicamente a la desobediencia de las leyes, 3) El de quien públicamente haga la apología de un hecho que la ley preveé como delito. Ahora bien; es obvio que quien defiende o elogia, en presencia de varias personas, un hecho cualquiera, aunque dirija su exposición a una sola de ellas, instiga indirectamente a esa persona a ejecutar el hecho elogiado, razón por la cual, si éste está previsto en la ley como delito, el agente habrá incurrido en la mencionada instigación indirecta. Es imputable a título de dolo genérico, representado por la libre y consciente voluntad de excitar públicamente bien a la desobediencia de las leyes, bien al odio de algunos habitantes contra otros, o la de hacer apología de uno o más hechos delictivos. Es necesario que la alabanza se haga en forma pública, lo cual puede ocurrir en presencia de varias personas o bien de una sola que se haga públicamente, valiéndose de algún medio de comunicación que lleve implícita la publicidad, como lo sería la prensa, la televisión o la radio, tan es así que actualmente la apología del delito y/o crimen ha sido considerada como un delito informático, cuando se utiliza la Internet para su consumación. Existe también otra condición para que se configure el supuesto de hecho en estudio, y es que se ponga en peligro la tranquilidad pública esto es, que haciendo los hechos delictuosos se altere el orden público, la paz y la serenidad del colectivo, de tal forma que podría generarse un caos moral y social. El tiempo que pasa es la verdad que huye.

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